domingo, diciembre 14, 2008

Prensa gratuita

Era pronto, salí de casa a una hora extraña. Aquella mañana no iba a llegar puntual al trabajo, pero tampoco con los 20 minutos de retraso habituales. A esa hora, no sabría decir cuál era más allá de esos detalles, una mujer decidía aparcar su carro de la compra junto al banco que está al lado del parking de bicis. Fue un acto deliberado, sopesó la conveniencia del estacionamiento mirando a los lados, e incluso diría, confirmando la estabilidad del terreno. Yo sólo tenía que liberar mi bicicleta y salir corriendo, pero su presencia allí hizo que alargara el proceso.

Levantó la solapa que cubre sin precisión alguna la boca de los carros de la compra y, en lugar de yogures o una lechuga mal puesta junto al papel de water, asomaron cientos de ejemplares de la prensa gratuita del día. 20 minutos, Metro y ADNs iban saliendo agrupados por cabecera y colocados cuidadosamente sobre la superficie de madera destinada al asiento. Como quien construye sistemáticamente la parada de libros del domingo en un mercado de segunda mano, ella depositaba su mercancía en aquel lugar, que no era el de siempre.

Finalmente me decidí a preguntar. Manuela tenía más de 65 y cada mañana de invierno se levantaba con un objetivo: “liberar de su tarea a esos pobres chicos que cada día reparten los periódicos a la intemperie”. El problema era siempre deshacerse de la mercancía. Tenía que encontrar un lugar discreto y alejado de los puntos de distribución, no podía ser una papelera, eso les perjudicaría si alguien los encontrara. Debía lograr que alguien se los llevara como se los llevan de los bancos del metro. De esa forma, ellos habrían cumplido con su misión y Manuela con la propia.

Lo que no sabía entonces era que la ciudad estaba llena de Manuelas (ese será, al menos, el nombre que te darán si les preguntas).

martes, noviembre 11, 2008

Décimas (o lo que no es poesía -a pesar del delirio- y aun así suena mejor en verso)

Farolas unidas por la libertad de expresión.
Encerrada su luz en un cristal,
y tú, en la habitación.
El estornudo como prueba
de que no controlas tu cuerpo.
Espasmo ridículo acompañado de mocos,
e incluso lágrimas,
disociadas esta vez de cualquier alma.
Cejas que se inflaman sin que nadie lo perciba.
Ojos que se cierran sin que se vaya la luz.
Encerrada, otra vez,
en la farola que da a tu habitación.

jueves, octubre 23, 2008

Con la C

Cuando Carmen contaba con uno,

como se cuenta con cada hijo,

caía el cacharro de cobre

con el que cada cual se cubría.



Con la cabeza cargada de cuencos,

donde calentarse casi sin fuego,

cantaba antes de consumar

el cáliz del consuelo.



Cansada, quebrada,

carcomida, cautivada.

Contenía en su cara

cualquier adjetivo

que necesitaras

para comprenderte.



Sus pechos colgaban de un cuerpo

relleno de caracolas,

y contenían el néctar del cielo

cuando está casi cayendo.

Comimos todos de él

y el cielo, entonces, cayó.

martes, octubre 07, 2008

Anillos de boda pintados a boli.

Círculos imperfectos
tintados de infancia.

Ella la lleva en el vientre.
Él, en los mismos dientes.

Por favor, que no se borre,
y las perdices no se olviden del final.

martes, septiembre 30, 2008

Silencio al vapor (de agua)

No es extraño cruzarse con gente que llora.
En medio de una calle y sin dejar de andar.
Lágrimas como cascadas separando dos mundos,
el del ser que llora y el del que le ve llorar.

Las fronteras de agua no son infranqueables
y, sin embargo, sí es extraño ver
a esos dos mundos
unirse alguna vez.

A pesar del impulso inicial,
acallamos el instinto y la pregunta:
¿por qué lloras?

jueves, junio 26, 2008

A propósito de por qué nos relaja el chucuchú del tren

- Me acabo de dar un chute de verano…

- ¿Has ido a la playa?

- No, me he columpiado al sol mirando cómo se acercaba y alejaba un árbol.

- Ah…

- ¿Tú cuánto hace que no te columpias?

- Uiiii, yo intento columpiarme un rato cada día.

Mííírameee a los ooojoooos: ¿cuánto hace que no te columpias?¡Colúmpiate!

Con esta pregunta se pone en marcha la campaña "¡Colúmpiate!", una iniciativa con la que los farmacéuticos, los agentes de salud más cercanos al ciudadano, quieren potenciar el vaivén, una práctica que se ha mostrado excelentemente saludable según todos los estudios publicados al respecto. De hecho, eso explicaría que nos tranquilicen las mecedoras -siempre que no crujan- y la observación del mar, en cuyo caso son las olas las que vienen y van, vuelven a ir y vuelven a venir. Un momento, ¿tal vez lo que nos cura es regodearnos en el absurdo, arrebatarle la hegemonía a la lógica?

(pensemos)

O... ¿será simplemente que actuar como seres simples por un rato nos hace felices por otro (rato)?

(dejemos de pensar)

Live simply, my friend, que las chanclas no aprietan

jueves, mayo 22, 2008

Días (permítaseme hoy un post más personal)

Hoy he recordado que hubo una vez… el miércoles era mi día favorito. También de pequeña (que es más chulo que decir “de niña”), creía que el martes y 13 era el día de la buena suerte*.

Seguramente lo he recordado porque hoy (ayer en realidad) es mi cumpleaños, ese día en el que todas las edades que tuvimos se nos colocan en una parte del cuerpo. Por un día volvemos a tener un año en el ombligo, dos en las orejas, tres, cuatro, cinco, seis… y así hasta 27 (o los que toquen), con todas las creencias asociadas a cada etapa, incluidas.

Y si hace una mañana de sol hasta puede que nos dé por pensar que no hemos envejecido tan mal, que hemos aprendido a pagar nuestras facturas sin perder los tejanos ni los zapatos sin tacón. Sólo a veces (sobre todo en martes) se teme haber perdido con el paso de las cifras algo de energía.

Por eso, hoy, día de todas las edades en un solo cuerpo voy a invocarla con algo que a base de repeticiones podría convertirse en ritual: recuperar un fragmento de la Ciencia de la alegría de Marzal:
"Los objetos del mundo son un arcón sin fondo en donde malgastar, aprovechándola la feroz voluntad de ser feliz. Contra cualquier dictado de prudencia, cada instante reclama, irreflexivo, una conjura unánime de ti. La asombrosa oquedad de la mañana no merece un segundo de tristeza. El único exorcismo que te exige el disciplente mundo material es tu bárbaro júbilo, para que arda en su ser la alegría voraz de los inconquistables"

Y vosotros, ¿qué creencias ahora desterradas albergabais?

P.D. (también personal): gracias a todos por ayer y por todos los días :)

*Sí, la autora siempre ha tenido una gran capacidad para extraer de la realidad sólo aquello que le interesaba, incluso si para ello es necesario vivir a ratos al margen de ésta...

sábado, abril 26, 2008

Palabras al vapor

Para estos días de muchas obras y pocas palabras, una cita para romper el silencio de todos:
Yo le aconsejaría a la gente que escribiera porque es como agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está pensar sobre la vida (escribir), que es como recorrerla intensamente, duplicarla

(Es de Bioy Casares)

martes, marzo 11, 2008

Sopa de letras

Hay un alto porcentaje de la población que se niega a utilizar el diccionario que viene de serie en muchos móviles. Se trata de una aplicación que te permite escribir mensajes sin tener que apretar tres veces a una tecla hasta llegar a la letra que necesitas.

Gracias a este sistema, si quieres poner “Hola” sólo tienes que pulsar una vez a la tecla que contiene cada una de estas letras y en tu móvil aparecerá la palabra “Hola”. A pesar del avance que esto supone, no parece ser un argumento lo suficientemente fuerte como para convencer a los resistentes al aprendizaje. ¡No por favor, no me enseñes, no quiero saber cómo va! ¡No puedo creerme que no me vaya a dar más problemas! Yo era parte de ese trozo del pastel. Sin embargo, tener una hermana maestra, a la que además le gustan los mapas, hizo que pronto me convirtiera en una usuaria avanzada.

Desde mi nueva posición tengo un argumento mejor para convenceros: lo aleatorio también puede ser bello. A menudo la combinación de unas cuantas teclas te lleva a presentarte ante opciones que no preveías, por ejemplo, quieres escribir “beso” y te sale “cero”. Acabas de descubrir la relación oculta entre dos palabras que tal vez de otra forma nunca hubieran aparecido unidas en tu mente. Hace mucho que lo pienso y que quiero compartirlo, pero finalmente hoy me he decidido cuando al querer mecanografiar “valor”, mis dedos han tecleado “volar”, no me digan que no es sugerente.

(Título dedicado: gracias por tu visita, Sopitas)

jueves, febrero 28, 2008

Abono

Hoy se me ha revelado una verdad. A veces pasa, y más si de vez en cuando te das a la literatura de autoayuda (http://www.publico.es/culturas/053742):

(ésta ha sido la primera y menos elevada parte de la revelación, por suerte se me ha revelado en castellano:)

En nuestro motor existencial parece que está establecido un creador de granos en el culo, o mejor, un aparato encargado de pellizcarnos ordenadamente primero en un lado, luego en otro. Cuando te pellizcan ya se sabe que tienes que moverte.

El movimiento es nuestro fin existencial. Alguien está utilizando la energía que generamos al movernos y por eso genera inquietudes y deseos que hay que acallar a base de ir de aquí para allá. Algunos aportan poco, sólo los mueven en su mente, pero los hay que no, y de ellos se nutre la Endesa de lo místico.

(y aquí va la segunda parte, más pulida y más cercana a la levitación:)

Nuestro fin último, por simple que parezca, es crecer, como las flores, los sapos y todos los seres vivos que estudiábamos en Ciencias Naturales (los que eran buenos en esto probablemente hoy son biólogos –guiño a Raymon-). Y para crecer hay que dejar atrás la talla 6 y después la 12. ¿Por qué sentirse entonces extraños cuando las motivaciones cambian, traidores de viejos objetivos con cada nueva ansiedad que nos viene a pellizcar la nalga? ¿Por qué caprichosos, eternamente insatisfechos, cuando sólo estamos creciendo y la gracia está en el salto? Empeñarse en oprimir el deseo, que es lo natural, sólo trae deformidades, como las de los pies chinos a los que no se dejaba pasar de número, con lo bonitos que son los pies.

(en una tercera parte de la revelación he empezado a hacer recuento de mis pellizcos:)

Primero fue querer andar, después de un año gateando con un ligero sobrepeso de bebé, lo conseguí. Después fue hablar, casi lo consigo a la vez que lo primero. Después quería saber leer y tengo recuerdos de simular que sabía hacerlo… En fin, que cada uno siga con su lista y se tranquilice al descubrir que, por suerte, los pellizcos no suelen venir acompañados, primero va uno y luego el otro y por eso no pasa nada por hacerles caso de uno a uno (incluso aunque se contradigan en el tiempo). Y es que todo esto ha venido porque a veces pienso (concretamente hoy lo he pensado por primera vez) que es una suerte que no se nos agolpen todas las ansiedades de una vez.

“Cada día se salvan cuatro vidas”

Si lo que pretendían era llamar la atención del lector, lo han conseguido. ¿Cuatro vidas? ¿De siete? ¿En el mundo? ¿En tu vecindario? ¿Por no pasar por debajo de un andamio? Esta mañana, en medio de la matinal rutina del recién levantado, que paradójicamente ha llegado vestido al trabajo y está repasando la prensa, me parecía imposible encontrar una buena pregunta para explicarlo. La única respuesta era un error en el titular: cada día todos los vivos hemos salvado la vida. Parecía obvio y, sin embargo, de no haberlo leído, no me hubiera parado a pensar en ello esta mañana, mientras repasaba la prensa, sin esperar que nada tan sugerente rompiera la matinal rutina del recién levantado que, paradójicamente, ha llegado a su lugar de trabajo ya vestido y sin legañas. Y a lo mejor tampoco hubiera escrito hoy y nadie me leería mañana.


(*En el interior de la noticia especificaban que se referían a las donaciones de órganos)

domingo, febrero 24, 2008

Desayuno

Hay días en los que uno tiene ganas de ficción,
nada de periódicos, telediarios ni ondas medias.
Sólo cuentos y magias y porteras que aman
a Thomas Mann.
Sólo el otro lado y un cortado,
por favor.

domingo, febrero 10, 2008

Tiempos de cocción

¿Cuándo volviste? Pasó hace ya dos años y me parece que fue ayer. Es que fue ayer, y se extiende hasta el hoy y hasta el siempre. La historia se extiende como la mantequilla en la tostada, idas y venidas en el círculo de pan para acabar deshaciéndose en una unidad rendida si éste está lo suficientemente caliente. Eso, o la cronología me juega malas pasadas y en lugar de ofrecerme rectas, me entrega curvas para mezclarse en el jarrón de mi mente.

Marías reflexiona sobre la percepción del tiempo. Las reflexiones se contagian.
http://www.elpais.com/articulo/portada/tecnico/sentimental/elpepusoceps/20080210elpepspor_9/Tes/
¿Tienes hora?

domingo, febrero 03, 2008

Menú de lunes

“No se puede asegurar el futuro, sólo se puede perder el presente”. He aquí una de esas frases que nos invita, sobre todo, a actuar. Olviden la obsesión por los seguros -Mapfre, Ocaso, Santa Lucía…- y vivan mientras puedan. El familiar Carpe Diem, ¿quién no se ha apuntado alguna vez en una carpeta, en la esquina de una agenda escolar, en la mano misma esta máxima con la esperanza de no olvidarla, de que cada momento pase a ser memorable a partir de entonces? Y, sin embargo, seguimos haciendo equilibrios con el tiempo.

¿Cómo deshacernos del asunto pendiente “resolver la incertidumbre”? Hay quien asegura que es el peor de los males, indiscutible público objetivo para los planes de pensiones. Otros afirman que es posible vivir cada día a tope, y hay más: sin miedo. No sé si lo hacen, en realidad sólo he oído hablar de ellos. Después está el antes mencionado grupo de equilibristas. Y, por último, para consuelo de los anteriormente citados, uno puede tropezarse en el mundo con los diseñadores de futuro. Se caracterizan porque te pueden convencer (y seguro lo intentan) de que, aun persiguiendo un destino, se puede disfrutar del camino que, además, será el escogido si uno logra educar la imaginación para ello. Estos merecen un capítulo a parte y ahora estoy demasiado cansada para exponer sus riquezas, así que lo pospondré (no deja de tener gracia que lo haga en este post), pero dejo una pregunta para el presente: ¿podrías explicarle a tu gato lo que te gustaría hacer los próximos cinco años? Me doy al sueño. Mañana trabajo. A las nueve en el cubículo color crema. Tal vez en un post-it mini me quepa y pueda pegarlo en una esquina de la pantalla, lo podré observar durante 8 horas seguidas... Carpe Diem. Feliz lunes.

lunes, enero 21, 2008

Burbujas ravalianas

Uno de los primeros días de Universidad nos dijeron: si estáis aquí porque lo que os gusta es escribir os anuncio que os habéis equivocado de carrera. Lo recuerdo muy bien porque pensé que podrían haberlo avisado antes. Eso, y que exageraban. Aún hoy creo que el error no fue tan grave. Sin embargo, acertaban en algo, si estás por esa razón probablemente no lo estés por la otra, y ésa es el hambre de noticias.

Yo no es que no tenga hambre, es que me llevan a la náusea algunas realidades. Hoy mismo, de camino a casa en ese barrio en el que parte del mundo afirma que es tan guay vivir mientras la otra parte lo considera inconcebible, había una noticia más. De sucesos, claro. He oído como un policía le decía a una vecina prototípica (delantal, zapatillas y cara de desgaste): “No vaya, señora. No vaya”. Lo que para mí se ha traducido en: “No mires, la náusea. No mires”. Y aquí estoy, escribiendo desde mi burbuja hasta que ésta aguante.

domingo, enero 20, 2008

Potaje emocional

Las hormonas rigen nuestra vida. Por hormonas nos enamoramos, nos hundimos en la miseria o incluso desarrollamos nuestra generosidad. Lo primero lo he constatado yo misma, lo segundo lo explicaban en La Vanguardia hace unos días (www.lavanguardia.es/lv24h/20080108/53424400794.html). Después de estas averiguaciones os propongo echar la culpa de todo a las hormonas. Si os sentís bien, mal o regular, si estáis estreñidos o bien hartos de reponer rollos de papel... todo se debe a las hormonas. Y la ventaja es que les encanta moverse. Loopings, toboganes y columpios de todo tipo están entre sus actividades favoritas. Eso no garantiza la estabilidad pero sí la certeza de que todo pasa y volverá a pasar una vez más. Mientras tanto, tal vez consigamos dejar de marearnos en el viaje.

viernes, enero 11, 2008

Notas en el subsuelo

¡Feliz año! En la cesta resuena una moneda lanzada por un lector de Maitena. En el pasillo del metro, su música.

Hace tanto tiempo que le debo un post al acordeonista de Sant Pau que dudo poder recoger con palabras lo que para mí (y para Oliva) significa. Toca tan bien, que intuir su presencia desde las escaleras de entrada al tren subterráneo hace emerger inevitablemente el calor de las zapatillas de andar por casa al corazón. Normalmente rehuyo utilizar esta palabra en los textos, pero en este caso el pecho es el lugar preciso en el que toma forma el bienestar que provoca su acordeón (¿a lo mejor se trata del pulmón?).

Pero no sólo es la música, de eso soy consciente. He idealizado al personaje como representación máxima de los artistas de calle, o de la gente que no opta sólo por el camino fácil, entendiendo por este sendero el que no lleva a vender tus horas a cambio sólo de lo que alguien necesita y pagará seguro a final de mes, sino de lo que tú mejor sabes hacer o aquello con lo que más disfrutas haciendo (un concepto anterior a la era del buen marketing, creo).

La diferencia entre estos dos verbos (saber o disfrutar) puede marcar a menudo el peso de la cesta. Eso me hace creer el hombre que desde hace un par de semanas toca la harmónica en la parada de Tetuan, la pareja de místicos que nunca cambia de canción (también en el metro) o el grupo “Necesitamos dinero para comprar dulces”. También en este mundillo las monedas se dan a cambio de algo. Sin embargo, intuyo que hay otros activos que influyen en el saldo final. Puede ser el virtuosismo y sus beneficios para el alma, en el caso del acordeonista de Sant Pau; la energía del que se mete de un salto en tu vagón sin una mentira en las arrugas de la risa; la fe en las palabras del hacedor de fanzines o del que se autopublica libros y te los presenta mientras te tomas un café; la imagen de una vía alternativa… qué sé yo. Puede ser cualquier cosa, lo que cada uno busque y un extraño le ayude a encontrar.